jueves, 4 de diciembre de 2014

EDILIM


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EL HIJO PRÓDIGO

Parábola del hijo pródigo 
11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

EL BUEN SAMARITANO


EL MODELO DE UN VERDADERO MAESTRO

miércoles, 3 de diciembre de 2014

APRENDAMOS CANTANDO

PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO






PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO
                      

PARÁBOLAS SOBRE NUESTRO PRÓJIMO

Parábola del buen samaritano


En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?  Jesús replicó:—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?  Como respuesta el hombre citó:—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente  —Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás. 



Pero él quería justificarse, así que preguntó a Jesús:—¿Y quién es mi prójimo?  

Jesús respondió:

—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto.  Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo.  Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo.  
Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él.  Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.  Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuida de él —le dijo—, y lo que gastes de más, te lo pagaré cuando vuelva. 

PARÁBOLAS SOBRE LA ORACIÓN

Jesús enseña sobre la oración



»Supongamos —continuó— que uno de vosotros tiene un amigo, y a medianoche va y le dice: “Amigo, préstame tres panes,  pues se me ha presentado un amigo recién llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle.  Y el que está dentro le contesta: “No me molestes. Ya está cerrada la puerta, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada.  Os digo que, aunque no se levante a darle pan por ser amigo suyo, sí se levantará por su impertinencia y le dará cuanto necesite.

»Así que yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá la puerta.  Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. 
Lucas 11:5-10



Parábola de la viuda insistente

Jesús contó una parábola a sus discípulos para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.  Les dijo: «Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración por nadie.  En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: “Hazme justicia contra mi adversario.  Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración por nadie,  como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible.  Continuó el Señor: «Tened en cuenta lo que dijo el juez injusto.  ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?  Os digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» 

Lucas 18:1-8

PARÁBOLAS SOBRE EL SERVICIO Y LA OBEDIENCIA



Parábola de los viñadores


»Así mismo el reino de los cielos se parece a un propietario que salió de madrugada a contratar obreros para su viñedo.  Acordó darles la paga de un día de trabajo y los envió a su viñedo.  Cerca de las nueve de la mañana, salió y vio a otros que estaban desocupados en la plaza.  Les dijo: “Id también vosotros a trabajar en mi viñedo, y os pagaré lo que sea justo.  Así que fueron. Salió de nuevo a eso del mediodía y a la media tarde, e hizo lo mismo.  Alrededor de las cinco de la tarde, salió y encontró a otros más que estaban sin trabajo. Les preguntó: “¿Por qué habéis estado aquí desocupados todo el día?  “Porque nadie nos ha contratado." Entonces les dijo: "Id también vosotros a trabajar en mi viñedo, y os daré lo que sea justo."  »Al atardecer, el dueño del viñedo ordenó a su capataz: “Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos contratados hasta llegar a los primeros.  Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día.  Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día.  Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario.  “Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y los has tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día.  Pero él contestó a uno de ellos: “Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga?  Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti.  ¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia de que yo sea generoso?  »Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos.
Mateo 20:1-16

Parábola de las monedas de oro


»El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes.  A uno dio cinco mil monedas de oro, a otro dos mil y a otro sólo mil, a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje.  El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil.  Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil.  Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.  »Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.  El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, me diste cinco mil monedas. Mira, he ganado otras cinco mil.  Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!  Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, me diste dos mil monedas. 


Mira, he ganado otras dos mil. Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!  »Después llegó el que había recibido sólo mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que tú eres un hombre duro, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.  Así que tuve miedo, y fui y escondí tu dinero en la tierra. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.  Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido?  Debieras haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses. Y dijo a los que estaban allí: "Quitadle las mil monedas, y dádselas al que tiene diez mil. Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.  Y a ese siervo inútil echadlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes. 
Mateo 25:14-30

PARÁBOLAS SOBRE EL REINO DE DIOS.


1. Parábola del sembrador

Jesús les dijo en parábolas muchas cosas como éstas: Un sembrador salió a sembrar. Mientras iba esparciendo la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron.  Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron. 
Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado.(Mateo 13:3-8)



2. Parábola de la mala hierba


Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. 

Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Los siervos fueron al dueño y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? Así pues, ¿de dónde salió la mala hierba?  
"Esto es obra de un enemigo". Entonces los siervos le preguntaron: ¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba?" Pero él les dijo: “No, porque al arrancar la mala hierba, podéis arrancar también el trigo. 
Dejad que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces diré a los segadores: Recojed primero la mala hierba, y atadla en manojos para quemarla; después recojed el trigo y guardadlo en mi granero.

(Mateo 13:24-20)



3. + 4. Parábolas del grano de mostaza y de la levadura

Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.  Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas.» 
Les contó otra parábola más: «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.» 

(Mateo 13:31-33)


5. + 6. Parábolas del tesoro escondido y de la perla


»El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Al descubrirlo un hombre, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.  

»También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas.  Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.


(Mateo 13:44-46)
reflexiones


7. Parábola de la red


»También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que recoge peces de toda clase. Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos, y desechan los malos. 

Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán a los malvados de los justos, y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. 

(Mateo 13:47-50)


8. Parábola de la semilla que crece


Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que éste sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. 

La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.» 

(Marcos 4:26-29)